sábado, 17 de abril de 2010

De Mental

Momento I
(Gibran)

Mi respiración esta agitada y la boca me sabe a sangre, mi sangre. He perdido la cartera, las llaves del auto –un collar color plata del año pasado- y todo animo de seguir caminando entre la “gente normal”. No es que yo me haya convertido en un fenómeno de repente, no, es solo que encontrándome en el lamentable estado en el que estoy –el costoso traje rasgado por aquí y por allá, el cuello con una delgadísima línea de sangre, y el labio inferior partido – me aterra la idea de que algún conocido pudiese verme y reconocerme pues toda la imagen de “intocable” que me he esforzado en crear alrededor mío se vería disuelta. Me frustra la idea de que un vulgar ladrón cualquiera –pues cualquiera puede amenazar a alguien en desventaja con un arma– deshaga mi trabajo, pero de eso ya me encargare después. Por el momento soy un ser extraño que no debe ser visto, un artista desnudo que debe ponerse su atuendo antes de salir a escena, después de todo mi trabajo es pretender, y pretender es lo que mejor se hacer.

Momento II
(Emptiness)

Ahí está de nuevo, ¡esa voz!:

"Tu existencia no es mas que un guión,
de tu vida has hecho una actuación,
juegas en el un papel protagónico
dejando tu alma en estado agónico.

Perfeccionando el arte de la decepción
que incrementa tu enferma adicción
de proyectar un reflejo, una imagen
que ellos los ojos que observan, eligen".

Como la odio... me persigue desde mis años de facultad, esos años dorados donde comencé a ser quien soy, a forjar mi futuro -ahora presente, tal cual lo soñé- pero esa voz... se ha vuelto mi compañera, insoslayable compañera, tanto o más fiel que un can, ¡y nunca me ha de abandonar!. ¿Ah pero que digo? debo ocuparme de lo que me compete, debo...

Momento III
(Camilo)

Aclarar la cabeza.
Necesito salir de acá:
“Tendría que llamar a Pedro... -pienso-. ¡Mejor voy a la policía!”

(Cambio de perspectiva a tercera persona a partir de aquí)

Caminando a un teléfono publico- sigue discutiendo con esas voces
—Hola.
Hola soy yo María, necesito que vengas por mi.
—Bueno tranquilízate dime ¿Dónde estás?
—Estoy en Avellaneda y Rincón -entre llantos y ahogos trataba de decirle…
—No te entiendo. ¡Cálmate! Dime: ¿Qué pasó?. ¿Dónde estás?
—En Avellaneda y Rincón, ven por favor.
—Bueno ya estoy saliendo para ahí.

“Diez minutos se pasaron y no ha llegado, -pensaba- ¡halla viene un auto seguro que es él!”

Se detiene el auto y baja Pedro.
En un llanto seguido de un abrazo se desahoga
— ¿Qué te paso?-
—Un tipo me acaba de robar-
—Bueno vamos a la policía a hacer la denuncia.
—No, no quiero ir en este estado a la policía.
—Bueno vamos a casa y después vemos que hacer.
—Está bien pero no le cuentes a papá ni a mamá.
— ¿Porque no quieres que cuente esto en casa? Son nuestros padres tienen que saberlo.
— ¡No les cuentes! No quiero que se preocupen.
—Está bien solo con la condición de que hagas la denuncia.
—Está bien pero sácame de aquí


Momento IV
(Zedkin)

Se alejaron lentamente, con el dolor de la derrota a flor de piel. Estaba siendo humillado una vez mas, había abandonado su altivez y se había dejado ayudar. Ahora se sentía mas extraño que nunca. No se podía considerar una persona normal, ni nunca lo hizo, pero recurrir a tan burdos medios para solucionar su situación, no, no podía permitírselo.

-Debes marcharte, no es la forma de hacer las cosas.
-Te entiendo, pero porque me has hecho venir?

Camina, mira a su alrededor, confuso, intentando hilvanar sus palabras una a una, buscando una excusa digna de su actuación.

-Luego te explicare, tan solo vete. Y no hables con nadie de esto.

Luego, el encendido de un coche, y su sonido perdiéndose en la distancia.

El estrépito de un cuerpo desplomándose en el suelo, y un grito ahogado, sus manos sujetando, presionando con fuerzas sus sienes.

-¡¡SAL DE ALLÍ!!, ¡¡ DEJAME EN PAZ!!
-Te estamos observando....

La voz sonó como lo haría una plancha de acero desplomándose dentro de una oscura cueva. Sobrenatural y terrible, repitiendo una y otra vez la misma, lacónica, frase...

-Te estamos observando...

De el insoportable dolor junto fuerzas para mirar a su alrededor, y allí, casi imperceptible, como si de un producto de su mente se tratase, una sombra en un rincón, Allí había alguien, de eso no tenia dudas, no esta vez...


Momento V
(Kevin)

—¡Salíd de las tinieblas! —gritó— Os he visto "Bohemio".
Un rostro familiar salió de entre las sombras, una persona que había estado observando desde una perspectiva muy privilegiada todo lo acontecido.
—¡Tu también "Cobarde"! —agregó al momento— sal también de las sombras no te ocultes a mi.

Al momento, otro rostro familiar salió tímidamente de su escondite
>>Tengo unas cosas que deciros a ambos. ¡Primero tú, Cobarde!¿Que demonios has estado haciendo?¿Es que acaso no tienes agallas para defenderte? No, no las tienes en lo mas mínimo. En vez de eso te quedas paralizado como una niña.

>>Y tú, Bohemio ¿Que creías poder logar sermoneando a Cobarde con tu estúpida pedagogía recitada en verso?, ¿Que pretendías lograr?, ¿Que lograste?
En ese momento Bohemio quiso esbozar una palabra en su boca cuando fue interrumpido súbitamente.

_¡Cállate! Estoy hablando yo —gritó—. Lo único que lograste fue que Cobarde haciendo gala de su cobardía llamase por ayuda a Pedro.
>>Escúchenme ambos lo que les voy a decir:

>>No queremos a Pedro cerca. Él sospecha de nuestro trato, sospecha que nosotros tres nos ayudamos. No lo queremos cerca. Y si llega a enterarse tendremos que encargarnos de él. No importa que sea nuestro hermano, debemos cuidarnos entre nosotros ¿Entendieron?

>>Me vi obligado a hacer que se marchase. ¡Tú! Bohemio, anda pensando una excusa para explicar tal comportamiento.
Los otros dos sujetos se miraron entre sí, como esperando que alguno de ellos dijera algo. Pero ninguno se atrevía a reprocharle algo a Ejecutor, Ni Bohemio y mucho menos Cobarde que era un cobarde.
—Ahora caballeros con su permiso —continuó diciendo Ejecutor— Iré a solucionar los problemas en los que ustedes dos se han metido.

Quien hubiera presenciado la charla de esas tres personas hubiera sido testigo de la más espectacular y bizarra actuación jamás vista. Porque eran los tres: Bohemio, Cobarde y Ejecutor la misma persona, o si se quiere tres personas en un solo cuerpo.

Mientras tanto, María, quién ahora era Ejecutor y nadie más que Ejecutor volvía sobre sus pasos desde Avellaneda y Rincón hacia el lugar donde Cobarde había sido atracado. Con una sola idea en su cabeza:
"Encontrar al cretino que lo había hecho"


Momento VI
(Deyler)

Ejecutor caminaba con la mirada de los porteños, que se disputan las mejores minas, los frutos que la naturaleza ha destinado solo a algunos, con una mano en el bolsillo forzaba un puño que estaba a punto de explotar, -regalaba sonrisas por doquier- disimulando su estado de alerta, -tenía una tarea que resolver con el destino y el con el día que ya finalizaba.

Pero, repasemos, -se dijo- venia por Avellaneda y Rincón, mientras intentaba acelerar el paso, sintió un cosquilleo en su hombro derecho, una mano que le tomaba su muy trabajada cintura, (horas entregadas al gimnasio), una voz ronca, le demandaba tener la boca cerrada y el frio del revolver se colaba por su espalada descubierta, todo se dibujaba en aquella remembranza del suceso.
-Ya te dije que te largaras-
-Es inútil, acaso crees que el ladrón te va a venir a recoger y que luego se excusara –reía Bohemio, mientras su rostro dejaba escapar una sutil sonrisa-
-Que tal unas cervezas en el bar de Don Lucho, la oferta definitivamente sonaba tentadora, además el seguro te cubre el auto –acuño Cobarde-
Mientras detenida frente a una vitrina se acomodaba el cabello, vio a lo lejos y acercándose un automóvil que le resultaba familiar, el conductor también le resultaba familiar, -era Pedro-.

Demonios, se dijo para sí y se trago un poco de sangre que aun brotaba de su boca. Esta vez Pedro no venia solo, había una mujer con él, ambos descendieron del carro cerca de María, nuevamente sintió un cosquilleo en el hombro derecho, unas mano que la cogían por cintura, varias voces roncas le demandaba tener la boca cerrada y la fuerza de todos ellos, alegremente vestidos con un color blanco, la tomaban por todas partes, mientras María gritaba el ambiente enrarecido pareció transformarse y tornarse real.

-Señor, es mejor que se vaya al parecer su presencia ha perturbado a su hermana-
-Ahora tendremos que sedarla-, -No queremos problemas-, -¡Por favor!-
-Esta bien, -asentí- pero por favor, cúrenle el labio…
-No se preocupe Señor Avellaneda-

Mientras dejaba el ambiente de visitas del Hospital Psiquiátrico Abelardo Rincón, me agache a recoger el automóvil plateado que María quiso quedarse y que había comprado para mi hijo.

A lo lejos -tres sujetos fornidos sujetaban a María, mientras avanzaba, la oía vociferar -¡sácame de aquí!-,-¡sácame de aquí!-,-¡sácame de aquí!-.