lunes, 3 de mayo de 2010

Madera de hierro

(Deyler parte 1)

12:49 p.m.
Ya va siendo hora de que me escape un momento de esta oficina, la calle bulle de gentes que se dirigen a almorzar, todos enfundados en sus ternos, con las camisas arremangadas para no contaminarse con la monotonía de una vida programada, la sensación térmica se cuela por las ventanas y el aire acondicionado se esfuerza por brindarme la sensación de alivio, de encontrarme en otro lugar, que no sea este quinto piso.

Te vas a demorar, vamos a ir a almorzar a la vuelta, vienes –dijo Julia-,
Aun no acabo, vayan no más, -dije-
Bueno, ya volvemos.

A pesar de que llevaba años en la empresa, no soportaba su aire de condescendencia que tenía con nosotros, siempre me andaba enrostrando sus relaciones fructíferas, habíamos ingresado juntos como practicantes, luego de 6 meses y de muchas relaciones “publicas”, Julia había logrado ocupar un puesto el área de Recursos Humanos, la vida le sonreía y ella se esforzaba por mostrar sus encantadoras piernas, luego y sin aviso ya formaba parte del circulo más prospero de la empresa, aquellos que había dejado la ropa del bazar, por una de diseñador, y luego de muchos escándalos, nunca comentados en público, se había afianzado como la segunda en la escalera que lleva al cielo, hacia la Gerencia.

1:00 p.m.
Estos papeles de mierda, estas cajas por acomodar, estos trabajos inservibles, y ellos allá afuera almorzando…

(Kevin parte 2)

Ver esta montaña de papeles es simplemente desmoralizante.
Formularios de peticiones, la currícula de aspirantes, llamados de personal del mes corriente, quejas internas, la burocracia misma hecha papel sobre mi escritorio.
Aún si me quedase a horas extras, me llevaría semanas terminar con este lío, y aun si lo hiciese en ese tiempo nuevos formularios de peticiones, nuevos llamados a personal, nuevos pedidos de evaluación mas trabajo llegaría en ese tiempo si con suerte no se sumase a al que ya tengo sobre el escritorio.
¿Como hacerle entender a esa Zorra que no veo la hora de largarme de este agujero? ¿Como explicarle que me importa en lo mas mínimo si Roberta de recepción quiere tomarse licencia y necesita remplazo? O si jorge de mantenimiento ha faltado tres días en el último mes, O que si la secretaria de Lara llega tarde por las mañanas. Que no me interesan los test de evaluación de personal, ni dar las entrevistas. Que no soporto las preguntas estúpidas de los nuevos aspirantes en sus períodos de prueba. Que no soporto mi trabajo, que no la soporto a ella...
Julia Charpentié —¡si hasta su nombre se me hace repugnante!— la zorra de recursos humanos, mi jefa.


(Emptiness parte 3)


03.15 p.m

Estúpido el día que deje mi resumé en esta estúpida empresa, - ¡No!, maldito el día que esta zorra se dio cuenta de que era mujer y que con un par de tetas con tendencia hacia las braguetas, hace de llaves a un mundo de ascensos tantos como espermatozoides. Maldita zorra, no estarías donde estas de no ser por tu naturaleza, ¡zorra! Ojala llegase…

- ¿Tenes el informe que me debías de la semana pasada? Sabes que, déjamelo en mi oficina, yo voy hasta abajo a por un cafecin y cuando vuelva lo leo, ¿Dale? - Dijo Julia, mientras parecía en la mueca que lleva por nombre Hipocresía sonreírme -,

- Si, claro -No llegué a decir-,

Te crees la muy muy… ¡clarooo! Hijita de papa, herencia francesa por parte de padre, huequicidad por parte de madre, muy baja como para ser la última en la fila del colegio privado, pero lo suficientemente alta para ser modelo, una escultura con un poco de sobre peso, ¡Ja, modelo!
Si tan solo supieras que a tu chillona voz como de hiena en celo, a tu cabeza despeinada entre tanto cabello y a tu rubio intelecto, solo le quedan horas antes de que no sean más que cobre y silencio.


(Gibran Parte 4)

En 4 horas y 45minutos, 17100 segundos exactamente. La paciencia se escurre de mi al ritmo de la aguja mas pequeña del reloj, podría jurar que escucho el complejo conjunto de engranes dando vueltas dentro de el, los engranes chocando, susurrando entre si, soltando risillas de vez en cuando. ¿De que se ríen? Ellos también son parte de esta vida monótona, me imagino huyendo de su influjo y la idea me reconforta, paciencia, debo ser paciente. Debo enfocarme en el ahora, y ahora mismo necesito el informe de la zorra.

El informe que me pedía se encontraba en algún sitio entre el mar de papeles que era mi escritorio, revolví todo una y otra vez hasta que di con la carpeta azul que buscaba, la abrí para inspeccionar el contenido, pero estaba vacía. Me cubrí el ojo derecho con la palma de la mano como era mi manía en esas situaciones, y entonces lo vi, sobre una montaña de papeles a lado del monitor de mi computadora, una hoja con el encabezado “INFORME GENERAL DE OPERACIONES” debajo de esta el resto de mi informe. Tome todas las hojas y las metí dentro de la carpeta azul, me levante de mi asiento y eche una mirada al reloj de pared de la oficina: 3:42 p.m. Me quite el reloj de pulsera de mi muñeca izquierda y lo sincronice con el de la pared, cuando logre que marcara la hora exacta ya eran las 3:44 p.m. Metí el reloj en mi bolsillo tome la carpeta azul y me dirigí a entregarlo. Cuando me acercaba el estomago me reprocho el haberme saltado la hora de la comida.

(zedkin parte 5)
3:45 pm, mi mirada sobre la puerta de su despacho, el cartel rezaba “Julia Charpentié – Gerente RRHH”. Golpeo a la puerta, una voz demasiado familiar responde desde el interior invitándome a entrar.
Tantos años como compañeros de facultad, tantas veces que la ayude con sus exámenes, tal vez porque yo también deliraba mis noches en vela intentando alcanzar el trofeo de sus piernas....trofeo que ya no deseare nunca mas.
Nuevamente esa horrible vos en mis oídos – Vas a pasar o no? -, abrí la puerta.
Detrás del escritorio su vomitiva presencia me espiaba, sin tomar asiento me acerque y extendí el reporte que tantas molestias me había ocasionado. Espantoso reporte, insignificante perdida de tiempo entre tapas azules.
Sobre la rustica biblioteca de su despacho un horrible reloj metálico marcaba cada instante de tensión, lentamente caían como rocas los segundos mientras sus disgustantes ojos recorrían el papel.
3:58 pm, cuando luego de comprobar nuevamente la hora mi mirada recorrió las paredes cargadas de fotografiás insignificantes de ella con otras personas mas o menos reconocidas, esa misma sonrisa, una y otra vez, insignificante y falsa.
En un instante mis manos oprimían su garganta mientras oía cada lamento de vida escurrirse por sus labios, cada grito ahogado por la presión de mis manos. Ella había levantado la vista luego de mirar el informe, lo había denigrado y no pude contenerme, había saltado sobre el escritorio de cedro, caído sobre su horrible cuerpo y ahogado su voz. Ahora yacía, inerte y silenciosa para siempre. Saque el reloj de mi bolsillo, 4:15 pm, y tome las monedas de mi otro bolsillo y luego de cerrar para siempre sus vacíos ojos, complete el ritual.
Y me aleje de allí, nunca mas volveré a pisar esa oficina, me aleje tranquilo, como si nada hubiera pasado, tan tranquilo me fui que mientras recorría los últimos pasos que me separaban de la ultima puerta, oí los gritos de su secretaria al ver la escena.
Por las ventanas de mi casa, en la oscuridad de mi dormitorio, se ve el mortecino reflejo de las luces policiales, han venido a por mi, o lo que queda de mi.

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